Nadie conoce a nadie

La nueva edición del Spanish Film Festival de Londres, creada con gusto y criterio por Joana Granero en 2005, vuelve al Ciné Lumière de South Kensington cargado de un atractivo repertorio de películas que varían en géneros y fechas de producción, amén de la sección dedicada exclusivamente a cortometrajes carpetovetónicos. Abunda la calidad de las proyecciones y también el caché de miembros de la ¿industria? cinematográfica española que visitan el evento: así se pasearán por el festival Fernando Colomo, Javier Cámara, Alex Brendemühl o el ínclito Jordi Mollá, del que se enseñaran algunos films como homenaje especial al actor catalán.

Nadie conoce a nadie_Noriega

Eduardo Noriega en Nadie conoce a nadie

No voy a ocultar mi entusiasmo cuando supe que de las obras de Mollá se había elegido además Nadie conoce a nadie (1999). Dirigida por Mateo Gil en pleno boom del tándem Gil-Amenabar (guionista-director en Tesis y Abre los ojos), la cinta fue otra loable apuesta entre el grupo de cineastas españoles que en los ´90 quisieron seguir derroteros de vocación comercial, influenciados muy mucho por los ritmos narrativos y el esteticismo made in USA. Realizadores como Alejandro Amenabar, Mariano Barroso o Daniel Calparsoro. Nadie…, basada en la novela de Juan Bonilla, se nutre de aquel miedo apocalíptico del fin del milenio, orientado en este caso a una trama que centrada completamente en la semana santa de Sevilla y en los juegos de rol.

Simón (Eduardo Noriega) es un aspirante a escritor que, de momento, tiene que conformarse con diseñar pasatiempos para un periódico. Un día, se verá en la obligación de incluir una palabra específica en uno de los casilleros del crucigrama al recibir amenazas de un desconocido de extraña voz. Todo se complica aún más cuando Simón empieza a encajar piezas sobre una serie de asesinatos en plena semana santa sevillana y que le hacen sospechar de Sapo (Jordi Mollá), su compañero de piso.

Nadie conoce a nadie_Molla

Jordi Mollá en Nadie conoce a nadie

Vista desde la distancia, la primera película de Mateo Gil –su segunda incursión en la dirección llegó en 2011 con Blackthorn– no ha perdido ni un ápice de energía o interés, apoyado esto último por el gran trabajo de Mollá, cuyo acento andaluz es simplemente brillante…a pesar de las críticas que recibió en su momento. El actor se lo pasa en grande con su personaje y acompaña los mejores momentos del film: subrayando toda la secuencia en la torre Banesto de la Expo 92 y que desemboca en una espectacular y técnicamente inmaculada explosión, o el emocionante final en plena procesión religiosa. Si bien el conjunto sufre debido a algunos inocentes apuntes de guión (en ciertas resoluciones del juego de rol) y al insípido Noriega, lo cierto es que la ocurrente y trabajada puesta en escena de Gil hace que el visionado vaya derivando en un notable entretenimiento que se inicia mediante ese lustroso plano aéreo que recorre Sevilla hasta terminar en el cadáver de un nazareno.

La distancia también invita a ver con curiosidad a Natalia Verbeke en uno de sus primeros papeles, o a la pre-Lucía y el sexo Paz Vega, que por entonces disfrutaba de cierta fama gracias a su aparición habitual en la serie 7 vidas. 14 años después, gracias al Spanish Film Festival, a las dos podremos verlas de nuevo en pantalla grande en esta recomendable película que va ganando con el tiempo. Para más información sobre fechas, proyecciones y artistas invitados:

http://www.londonspanishfilmfestival.com/2013-festival/2013_programme/programme_date.html

Miguel Ángel Mesa Báñez

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